Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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Los Estados Unidos no son una democracia populachera sino una República Constitucional donde el ordenamiento jurídico, empezando por la constitución, solo puede ser modificado por procedimientos preestablecidos, no por el capricho de unos agitadores.
El sábado pasado centenares de miles de jóvenes desfilaron en un centenar de ciudades norteamericanas. El detonador de la marcha fue el asesinato de 17 estudiantes el 14 de febrero en la Escuela Secundaria de Parkland, en la Florida. El objetivo ostensible fue que jamás se repita una masacre similar, el objetivo real regular la tenencia de armas por parte de los ciudadanos norteamericanos y la meta final echar abajo la Segunda Enmienda a la Constitución a los Estados Unidos. Tal como hizo después de la masacre de Sandy Hook la izquierda militante y vociferante está aprovechando el doloroso incidente de Parkland para desarmar al pueblo norteamericano. ¡Buena suerte con esa quimera!
Porque los padres fundadores de esta nación fueron hombres muy pragmáticos que aplicaban el sentido común y desconfiaban de la capacidad de los gobernantes para resistir las tentaciones del poder absoluto. Por eso aprobaron la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos donde se otorga a los ciudadanos el derecho a portar armas para enfrentar a potenciales tiranos que quieran robarles su libertad. Esa enmienda no puede ser anulada siquiera por millones de ciudadanos que griten consignas en millones de marchas por muy multitudinarias y estruendosas que sean.
La razón. Los Estados Unidos no son una democracia populachera sino una República Constitucional donde el ordenamiento jurídico, empezando por la constitución, solo puede ser modificado por procedimientos preestablecidos, no por el capricho de unos agitadores. Para echar abajo la Segunda Enmienda los izquierdosos necesitarían la aprobación de la medida por las dos terceras partes de cada cuerpo legislativo a nivel federal y la ratificación de la enmienda por 38 de los 50 estados de la Unión Americana. Una barrera infranqueable cuando consideramos las condiciones de aislamiento y las necesidades de protegerse a sí mismos de los pobladores de las zonas rurales de los estados centrales del pais.
Pero la realidad nunca ha sido un obstáculos para minorías fanáticas empeñadas en imponer sobre mayorías contemplativas sus políticas corrosivas. El objetivo en este caso es debilitar al ciudadano erosionando su derecho a la defensa de su libertad. Porque mientras más débil el ciudadano más poderoso el gobierno que la izquierda controla para su beneficio exclusivo. Y en ese empeño le echan mano a cualquier instrumento para lograr sus objetivos secretos. Por eso la izquierda organizada y acaudalada está financiando a unos imberbes desorganizados y carentes de recursos para promover su agenda.
Prueba al canto, la llamada «Marcha por Nuestras Vidas» ha sido incorporada como una organización 501(c)(4). Las donaciones a un grupo con esta clasificación no son deducibles de los impuestos pero tienen la ventaja de que dicho grupo no tiene obligación de revelar el nombre de los donantes. Esto se presta para que en el mismo se acumule mucho dinero sucio de gente que quiere permanecer anónima. La publicidad de la marcha fue manejada por el grupo publicitario «42 West», una agencia de relaciones publicas que opera en Nueva York y Los Ángeles y que representa a personalidades como George Clooney, contribuyente y amigo personal de Barack Obama.
Con estos antecedentes se explica que unos estudiantes de secundaria sin recursos propios hayan protagonizado unas manifestaciones de tales proporciones. Detrás de las caras angelicales de los manifestantes está la mano siniestra de titiriteros del desarme como George Clooney, Michael Bloomberg y George Soros. Cocodrilos que dicen lamentar la muerte de 17 jóvenes en Parkland pero contribuyen al asesinato de 900,000 niños abortados todos los años en los Estados Unidos.
Estos señores, protegidos por sus guardaespaldas armados hasta los dientes, quieren desarmar a todos los que no contamos con sus recursos. Como si las armas se dispararán por sí mismas, las culpan por la masacre de Parkland. La realidad es que el principal culpable fue el enajenado Nikolás Cruz y sus cómplices por inercia e ineficiencia fueron el Sheriff de Broward Scott Israel y los burócratas del FBI que ignoraron las advertencias sobre las declaraciones y tendencias criminales del asesino. Como otros tantos terroristas, Cruz habría logrado su macabro objetivo utilizando explosivos, agentes químicos y hasta vehículos de motor. Ellos lo saben pero no están interesados en la verdad sino en la promoción de su agenda de desarme aunque la misma esté basada en una flagrante mentira.
Otro elemento presente en la marcha del sábado pasado es la ignorancia de sus participantes con respecto a las armas y la debilidad de sus argumentos para evitar futuras masacres. Entrevistados por una prensa interesada en contribuir al desarme los manifestantes no tenían la menor idea sobre lo que es un rifle de asalto, ni sobre la diferencia entre un AR-15 y un rifle convencional de las fuerzas armadas. Por ejemplo, el AR 15 dispara proyectiles uno por uno y de calibre similar a los disparados por un pequeño rifle de caza. No es un rifle de asalto que dispara ráfagas de proyectiles de mayor calibre.
Cuando se les pidió sugerencias sobre la forma de evitar la repetición de incidentes como el de Parkland repitieron los mismos argumentos ya obsoletos y utilizados por la izquierda en este debate. Por ejemplo:
Crear un registro nacional de armas. Sin embargo, según la policía, los criminales nunca dejan en el lugar del crimen armas que estén registradas en su nombre. Cuando se recuperan armas es porque el criminal murió durante la comisión del delito. Además, los criminales no registran sus armas, las compran en el mercado negro.
Establecer un sistema universal de antecedentes penales. Ahora bien, dicho sistema no habría impedido siquiera una masacre durante el último siglo en este país. Además, entre los años 2000 y 2015, los estados que pusieron en vigor un sistema de antecedentes penales sufrieron el doble de masacres de aquellos que no habían implantado tal sistema. Quienes firman documentos aceptando la investigación de sus antecedentes penales son los ciudadanos respetuosos de la ley. Los criminales no pierden su tiempo en un procedimiento que saben revelará sus fechorías.
Aumentar a 21 años la edad necesaria para comprar un rifle. Las estadísticas muestran la inutilidad de esta medida. De las 64 masacres que se han producido desde el año 1998 en los Estados Unidos, sólo diez fueron llevadas a cabo por ciudadanos menores a los 21 años.
Es importante reconocer, por otra parte, que la Asociación Nacional de Rifle (NRA por sus siglas en inglés), desempeña un papel importante en la defensa de los valores tradicionales, de la seguridad nacional de los Estados Unidos y de la formación del carácter de los jóvenes estudiantes, sobre todo de aquellos pertenecientes a minorías étnicas. El año pasado, la NRA donó más de 7 millones de dólares al programa del Junior Reserve Officers’ Training Corps, que se imparte en las escuelas secundarias y del que salen futuros oficiales de las fuerzas armadas de los Estados Unidos.
Por eso me parece justo que, en vez de sufrir daños, la NRA se haya beneficiado con estos ataques ensañados e injustificados de la izquierda. En los últimos meses, la membrecía de la NRA y de otros grupos relacionados con las armas, que anda por los cinco millones de miembros, había sufrido bajas en sus números. Algo que ocurre periódicamente cuando los ciudadanos sienten que la Segunda Enmienda no se encuentra en peligro, como pasa con la presidencia de Donald Trump. Pero, ante estos ataques de la prensa de izquierda y las muestras de debilidad ante los mismos de los políticos en Washington, los ciudadanos vuelven a la carga y cierran filas con la NRA. Hasta muchos que no portan armas se han hecho miembros de la organización para defender los derechos que les otorga la constitución.
Esto se ha hecho largo pero no puedo cerrar sin denunciar la cobardía de los padres de esos muchachos. ¿Cómo es posible que permitan la manipulación de sus hijos en una polémica totalmente política? Estoy seguro de que muchos de ellos apoyan la Segunda Enmienda, pero no han tenido el valor de enfrentar los ataques de una izquierda virulenta que los habría acusado de insensibles ante la muerte de los 17 estudiantes. Para estos padres y para todos nosotros llegó la hora de ponernos los pantalones y de calificar a la «Marcha por Nuestras Vidas» como una gran mentira. Llevar a cabo una inaplazable «Marcha por la Verdad» para preservar la república constitucional que nació en Filadelfia el verano de 1776. Esa sería una enseñanza ejemplar para nuestros hijos.
3-27-18
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